sábado, 19 de agosto de 2023

La resiliencia ecológica: ambientes naturales y economías circulares.

 

Por Marina Isabel Pagani*


La actualidad nos sacude y nos deja perplejo ante tanta asimetría económica, pobreza y desolación mundial. El fin del Siglo XX y los 20 primeros años del Siglo XXI han asolado el planeta. El ser humano  es el primer protagonista es este infierno ecológico urbano en el que vivimos. 

     Definiendo a la ecología urbana se puede conceptualizar como a  la intersección de los ambientes naturales y el construido por los seres humanos y los aspectos socio-económicos que atraviesan la vida en general.       Debe considerarse que en los últimos 50 años los ecosistemas han cambiado de manera más rápida y dinámica que en cualquier otro período de tiempo en la historia. Esto ha puesto en riesgo a la biodiversidad que hace posible la vida y el bienestar humanos.

     La biodiversidad es la diversidad de vida, la variedad de seres vivos que existen en el planeta y las relaciones que establecen entre sí y con el medio que los rodea. Es el resultado de millones de años de evolución y que no somos  amigables con el ecosistema.

     La especie humana y sus culturas han emergido de la adaptación al medio, su conocimiento y su utilización. Es por ello que la biodiversidad tiene dos dimensiones: la biológica y la cultural. La biodiversidad también posee valores intangibles, aquellos difíciles de cuantificar en términos materiales: los valores éticos, estéticos, recreativos, culturales, educativos y científicos. Por lo tanto, conservar y utilizar sosteniblemente la biodiversidad es una forma de preservar la estabilidad de los ecosistemas de los cuales obtenemos los servicios esenciales para el desarrollo humano[1]

     El desarrollo poco sostenible ha traído como consecuencia la pérdida de biodiversidad de manera irreversible: según algunos autores, aproximadamente el 60% de los ecosistemas en el año 2005 estaban siendo degradados o usados de manera insostenible.

    Dentro de las herramientas para revertir esta situación resultan especialmente claves los aspectos de resiliencia y los ecosistemas urbanos[2], políticas para atacar el cambio climático, entendiendo por cambio climático  el calentamiento y los "efectos secundarios" de este calentamiento como son los glaciares que se derriten, tormentas de lluvia más severas o las sequías más frecuentes, la gestión de los recursos naturales, y el manejo de riesgos causados por desastres naturales.
        Por otra parte, la resiliencia urbana[3] reconoce al área urbana como un sistema complejo y dinámico que debe pasar y adaptarse a varios desafíos y shocks. Respondiendo integrada y holísticamente a través de la actuación multinivel del sistema urbano, esto es, físico, espacial y organizacional. La resiliencia  es una cualidad integral del desarrollo urbano sostenible y que detecta oportunidades de transformación para las ciudades.

          Los desarrollos poco sostenibles junto al calentamiento global dan como resultado la resiliencia dirigida hacia una economía Circular[4] que  es uno de los sectores clave del “Gran Impulso para la Sostenibilidad”, término propuesto por CEPAL[5] en el documento “Construir un nuevo futuro: una recuperación transformadora con igualdad y sostenibilidad”.



[5] https://www.cepal.org/es/publicaciones/43964-estudio-economico-america-latina-caribe-2018-evolucion-la-inversion-america

          A partir de este Gran Impulso se requeriría aumentar la inversión hacia sectores de alta productividad, que a su vez generen beneficios para la conservación del medio ambiente, generen empleos, y que provoquen la transformación radical de los patrones de producción y consumo, asegurando que la revolución tecnológica esté también al servicio del nuevo modelo de desarrollo.

    Una ciudad circular[1] incorpora los principios de una economía circular en todas sus funciones, estableciendo un sistema urbano regenerativo, accesible y abundante por diseño.  Una ciudad circular es tecnológica, con sectores bajos o de cero emisiones, es resiliente, está en armonía con el ecosistema, y genera prosperidad, mediante el desacople de la creación de valor a partir del consumo de recursos finitos.

     La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. En este escrito  se visibilizan las iniciativas de economía circular[2] en diversos sectores, de las ciudades de América Latina y el Caribe, que se han adherido a la Declaración de Ciudades Circulares[3]

Definitivamente podemos hacer una mirada prospectiva . A nivel global, todas las ciudades son vulnerables a impactos severos provocados por conmociones y presiones de origen natural o humano. Las ciudades y sus habitantes se enfrentan a más desafíos debido a los efectos de la urbanización masiva, el cambio climático y la inestabilidad política. La clave a futuro es planificar diseños estratégicos con   la aplicación de políticas justas y equitativas para lograr el