lunes, 15 de agosto de 2022

"Ampliación de jornada, articulación y fortalecimiento de las trayectorias escolares."

 

Por la Lic. Alejandra Beatriz Frank. 


Hoy más que nunca toma fuerza el sentido de la articulación ante la necesidad de pensar y actuar colaborativamente a fin de poder garantizar la educación como derecho social y bien público y facilitar las trayectorias de las y los estudiantes dentro del sistema educativo.

La educación en la actualidad se ve interpelada por una transición hacia un nuevo formato en el que se alternan instancias presenciales y no presenciales, donde la diversidad es la complejidad. Hoy, más que nunca, como dice Ruth Harf (2018), en su libro “Educar con coraje” debemos pensar nuevas ropas para la vieja ceremonia; habilidades para pensar nuevos modos de enseñar en diferentes contextos.

Para garantizar y acompañar este proceso es necesario que el sistema se piense como una estructura en la cual cada nivel educativo y cada modalidad, como parte de ella, interactúe entre sí desde sus notas esenciales, teniendo clara la propia identidad y reconociendo la especificidad de los otros niveles, de manera de superar la idea de discontinuidad y proponiendo como alternativa la idea de unidad pedagógica.

¿Qué son las trayectorias escolares? ¿Por qué es necesario el acompañamiento a las trayectorias y el fortalecimiento de la enseñanza? ¿Qué implica el cuidado de las trayectorias? ¿Cómo mejorar la articulación para favorecer la continuidad de las trayectorias escolares?  ¿Qué aprender y enseñar? ¿Cómo aprender y enseñar?

La responsabilidad de gestionar y conducir el sistema educativo implica considerar los desafíos educativos que la época actual plantea con relación al logro de trayectorias escolares continuas, que garanticen aprendizajes de calidad para nuestros niños, niñas y jóvenes. Los avances logrados en materia de inclusión educativa han sido valiosos, aunque persisten dificultades marcadas por las relaciones de baja intensidad con la escuela, ausentismo y discontinuidad, bajos logros de aprendizaje, entre otros.

El pasaje de los niños del Nivel Inicial a la Escuela Primaria o de la Escuela Primaria a la Escuela Secundaria, o de esta última al Terciario o Universitario, nos invita a pensar en la continuidad pedagógica de la vida escolar del alumno que, conlleva la reflexión acerca de la importancia de los mecanismos de articulación en los distintos niveles educativos.  Esta se deriva tanto de los objetivos y funciones de cada uno de esos niveles como de las características físicas, emocionales e intelectuales de los sujetos que deben afrontar el cambio de un nivel a otro. A todo ello se agrega la ansiedad que le transmiten al alumno las expectativas de los padres frente a los aprendizajes y responsabilidades que deberá afrontar en el siguiente nivel o ciclo.

Será importante, entonces, el fortalecimiento del paradigma que sostiene la concepción del  alumno como sujeto de derecho, con el  propósito de priorizar el proceso de enseñanza aprendizaje del sujeto y garantizarlo desde el inicio de la escolaridad hasta la terminalidad de la trayectoria en el tramo obligatorio, todo lo cual requerirá intervenciones pedagógicas enmarcadas en un modelo institucional inclusivo que garantice la trayectoria escolar de los alumnos en condiciones de igualdad. Ello presupone, la búsqueda de una escuela para todos y de una educación personalizada abierta e integradora, lo que ha sido una de las preocupaciones más relevantes en el plano educacional en el ámbito de la reflexión y de la práctica docente de los últimos años.

Partiendo de esta premisa el eje que se encuentra entre los más problemáticos a la hora de mirar las trayectorias escolares es la articulación. Es importante revisar qué sucede en el tránsito de un nivel a otro del sistema educativo, ya que es allí donde se concentra la mayor parte de las dificultades para el sostenimiento de la escolaridad de los alumnos.

Considero que hoy nos enfrentamos a  dos desafíos fundamentales:

·         el desafío de la democratización, es decir, incluir y darle el lugar que le corresponde a la diferencia  para excluir a la desigualdad, así definido por la política educativa  nacional y  provincial en sus  leyes - normativa  vigente -;

·         en tanto que el  otro desafío es el de la transformación, la modificación de los sentidos y las prácticas más arraigadas. Ambos desafíos suponen pensar las trayectorias escolares desde el derecho a un tránsito exitoso que implica desnaturalizar algunos supuestos arraigados en las prácticas escolares.

Las trayectorias escolares son los recorridos que realizan los sujetos en el sistema escolar, analizados en su relación con la expectativa que supone el diseño de tal sistema. Éste define, a través de su organización y sus determinantes, lo que hemos llamado trayectorias escolares teóricas (Terigi, 2008).

Analizando las trayectorias escolares reales de los sujetos podemos reconocer itinerarios frecuentes o más probables, coincidentes con las trayectorias teóricas que establecen las estipulaciones de niveles, grados, años; pero reconocemos también “trayectorias no encauzadas”, itinerarios que no siguen el cauce diseñado por el sistema, pues gran parte de los niños y jóvenes transitan su escolarización de modos heterogéneos, variables y contingentes.

Yendo entonces a las condiciones institucionales del sistema escolar que intervienen en la producción de las trayectorias escolares, se  destacan cuatro rasgos del sistema educativo que consideramos especialmente relevantes para la estructuración de las trayectorias teóricas: la gradualidad del curriculum, la anualización de los grados, la organización del sistema en niveles y la definición de las edades de inicio y fin de la obligatoriedad escolar. 

La preocupación por la incidencia efectiva de las propuestas de enseñanza en los aprendizajes de los alumnos, las dificultades para sistematizar el saber pedagógico que se produce en las escuelas y en algunas situaciones la baja intensidad de la experiencia escolar de los alumnos pueden representar inicialmente un conjunto de problemas que nos aglutine para pensar la tarea que tenemos por delante.

Centrar la mirada en el acompañamiento a las trayectorias nos permite revisar esos mapas institucionales desde los cuales construimos y sostenemos nuestras prácticas. Ello significa hacer visibles aquellos espacios inaccesibles y supuestamente “sin sentido”, pero implica además capitalizar las experiencias propias, los recorridos particulares que efectivamente sostuvieron aprendizajes significativos para pensar las intervenciones desde propuestas cada vez más justas e inclusivas de todos los niños y niñas que transitan la escolaridad. 

Esta tarea requiere siempre de un doble movimiento: interrumpir, cuestionar, develar, desnaturalizar prácticas, y promover espacios de encuentro que habiliten nuevas propuestas para el hacer de las escuelas y a la vez, conservar, potenciar, sistematizar aquellas prácticas que favorecen los logros de las metas propuestas, que acumulan en una tradición pedagógica popular y democrática que tiene como pilares la garantía de derecho a la educación a todos nuestros niños y niñas.

Todas las escuelas comparten el propósito y el sentido de fortalecer la tarea de enseñar, centrarse en el seguimiento y acompañamiento de los niños y niñas para hacer posible que completen sus itinerarios escolares. Sabemos que las trayectorias reales de los chicos, las que efectivamente encontramos en las escuelas no son lineales sino que contemplan diferentes recorridos, que expresan discontinuidades, rupturas, debido a ingresos tardíos, abandonos temporarios, inasistencias reiteradas, repitencias, inconcurrencias prolongadas, sobreedad. Realizar una mirada crítica de las situaciones educativas para pensar acciones tendientes a acompañar los recorridos escolares, para sostener la escolarización de los alumnos, desplegando estrategias diversas. Estrategias que propicien otras condiciones de enseñanza a fin de facilitar y promover el aprendizaje y la inclusión de todos los niños y niñas.

El trabajo con Trayectorias Escolares implica observar, detectar, atender y dar respuesta a cada niño, niña, adolescente y joven comprendido en las franjas de edad y, al ampliarse el período de la obligatoriedad, se amplía la trayectoria escolar teórica. Se diversifican aún más en consecuencia, las trayectorias reales que los alumnos pueden desplegar, complejizándose el seguimiento y acompañamiento de aquellas trayectorias no encauzadas. De  allí  que  nuestro  compromiso,  político  y  pedagógico,  será garantizar esas trayectorias, no solo asegurando el acceso sino también  la permanencia y el egreso de la educación obligatoria. Será necesario entonces, velar por el tránsito apropiado por  los  tramos  obligatorios  del  Sistema  lo  que  implicará  atender  -de  modo  general  y también  individualizado-  la  enseñanza,  el  aprendizaje,  la  secuenciación  de  contenidos, la  acción  interinstitucional,  el  abandono,  la  repitencia,  la  sobreedad,  las  estrategias  de acompañamiento y las definiciones de las competencias y adquisiciones necesarias para cada nivel y cada ciclo.

El tomar conciencia de la importancia de la articulación como una continuidad se convierte en facilitadora del trayecto pedagógico que los sujetos de la educación realizan por el sistema educativo. Debe llevar en sí,  a un cambio de perspectiva en su tratamiento, instalándose como cuestión institucional, que involucre a todos quienes conforman las escuelas o instituciones educativas, desde los roles de aprendices, enseñantes, asesores, directivos y supervisivos.

En este sentido, articular para dar continuidad pedagógica se convierte en proceso institucional que,  debe evaluar las fortalezas y dificultades de los niveles o ciclos involucrados,  estableciendo formas de comunicación que faciliten la gradualidad del proceso, tomando conciencia de la necesidad de una verdadera interdependencia, interacción y cooperación entre los niveles y/ o ciclos que constituyen un mismo sistema educativo.

Articular para dar continuidad, no es únicamente pensar actividades juntos, sino que es compartir una concepción del educando, de su forma de aprender y, en consecuencia,  de nuestra manera de enseñar. Por eso la interrelación comienza en la evaluación diagnóstica, que siendo realizada por todos los docentes, asegura el seguimiento de su evolución sin fragmentarlo.

Afirma Ruth Harf que: “la única y verdadera función de la articulación entre los Niveles es el mejoramiento constante de la calidad del servicio educativo, para así tender a garantizar los aprendizajes de los alumnos que “transitan” por todo el sistema escolar, desde el Nivel Inicial hasta el que alcancen, sea primario, secundario, terciario o universitario”, es decir que sólo desde esta perspectiva de continuidad pedagógica fundada en el mismo niño y en su crecimiento es que, la articulación cobra real sentido. Por otro lado,  la desarticulación entre niveles, ciclos y años y la segmentación por modalidades del Sistema Educativo argentino constituye un hecho insoslayable, y ello trae consecuencias que se reflejan en diversos ámbitos. Desde ser causante de repitencia hasta atomizar los saberes y fragmentar la real continuidad de los mismos”. “El sistema educativo es un todo, cuya partición son los distintos niveles” y, para propiciar la continuidad pedagógica entre los niveles y, así, poder crear las condiciones necesarias para que el paso de un nivel o ciclo  a otro sea de la forma menos traumática, “no se puede desconocer ni el antes ni el después, entendiendo el pasaje de niveles como proceso”.

Articulación y Continuidad Pedagógica no son  palabras mágicas, pero sí se constituyen en un modo de gestión pedagógico didáctico facilitador de los aprendizajes socialmente válidos, que significativamente produce cadenas de saberes relacionados entre sí. 

Cadena significativa que,  garantiza la coherencia del proceso y la comprensión por parte de los alumnos, porque los nuevos desafíos de aprendizaje tendrán una sólida base en los saberes previos, enriqueciéndolos constantemente y afianzándolos en la memoria individual y colectiva. Para esta construcción no hay formas establecidas; deberá ser proyectada entre  ambas partes involucradas con la intervención de todos sus miembros en la búsqueda de espacios de encuentro que permitan dar solución a las diferentes problemáticas que vayan surgiendo. Para lograr el éxito es necesario e inexcusable  contar con las personas, ya que son el principal recurso de las organizaciones. Por ello de este mismo criterio se deriva la necesidad del aprendizaje del trabajo en equipo, cooperativo riguroso y sistemático. Lo más importante en este tema: el encuentro y comunicación entre las personas involucradas en ambos niveles, especialmente directivos y docentes. Pese a las diferencias hay que formar un equipo, compartir e intercambiar ideas y experiencias, sin ningún tipo de egoísmos ni competitividad; teniendo muy en claro que el objetivo de todo este trabajo es el niño que va transitando de un nivel a otro o de un ciclo a otro.

Paso a paso…

         El primer paso debe ser un trabajo en equipo, continuado y minucioso, en donde toda la escuela esté involucrada. La articulación se debe dar a partir del conocimiento, el respeto y el afecto mutuo.

         Entre las principales sugerencias se destacan: que exista la suficiente flexibilidad en el uso del tiempo requerido para que se logre la concientización e interiorización; que el logro del consenso toma su tiempo y que en las diferentes etapas surgen situaciones emergentes; que se deben identificar las condiciones y características propias del medio; que es recomendable el uso de talleres institucionales para crear ambientes más abiertos, flexibles y un clima de apertura para la aceptación de la crítica y la disponibilidad hacia la necesidad del cambio. Se reconoce, también aquí,  que estos procesos deben contar con los recursos necesarios para su realización en tiempo razonable; que sea posible una organización que permita diagnosticar problemas y proponer soluciones; que se torna necesario elaborar un plan de acción realista que cuente con las estrategias para ejecutar las soluciones de los problemas detectados y los  cambios planteados.

Cumplida esta primera instancia es importante:

         Pensar cuándo, cómo y sobre todo qué se desea realizar en esta cadena. Y aquí es fundamental tener en cuenta el respeto por las diferencias. Como los dientes de un engranaje, o los eslabones,  cada uno aporta lo que le sobra y obtiene del otro lo que le falta, conservando lo que le es propio y lo identifica, pero enriqueciéndose y ampliando su perspectiva a través del contacto con los demás.

         La identificación y el compromiso de los docentes serán posibles en la medida en que se les otorgue un papel protagónico. Una actitud estimulante en el marco de la interacción grupal, y la comunicación verbal de las informaciones que proporcionen material de análisis al conjunto, se constituirán en aportes irremplazables que enriquecerán la tarea.

Desde el Equipo de Conducción

Es imprescindible que el equipo de conducción colabore con el crecimiento de los docentes, asesorándolos y acompañándolos en su tarea, conteniéndolos y  proporcionándoles espacios para la reflexión y el aprendizaje constructivo de las normas vigentes establecidas por el Consejo General de Educación.

Debemos tener en cuenta que no puede haber funcionamiento sano de equipo si no se acuerdan canales explícitos de comunicación al interior del grupo y de éste hacia afuera.

Solamente la reflexión de un equipo docente crea las bases para tomar decisiones en actuaciones concretas. Elaborar un proyecto de gestión es un medio que nos permite la reflexión pedagógica, la formación continua y la integración de un equipo educativo.

Para renovar nuestra escuela debemos asimilar y acomodar la información, armar grupos de reflexión, donde se pueda pensar y discutir. Después poner en juego nuestras estrategias de acción,  llevar a la práctica la teoría, no como receta sino como retroalimentación de evaluación permanente y donde la creatividad de cada uno la enriquece. 

Es indispensable aunar criterios para encarar proyectos posibles, es decir viables y consistentes. Debe existir la posibilidad de un cambio alentador y positivo.

Por otra parte, debe haber un compromiso del docente con lo que dice, hace y piensa. Aquí es donde se pone en juego la coherencia.

En la interacción de lo que se dice y lo que se hace cuenta la postura personal frente a las problemáticas cotidianas, conscientes de que éstas no son producto de la casualidad, sino el resultado de un proceso histórico, social y cultural que hay que conocer y tener en cuenta para interpretar la realidad.

Es necesario el trabajo diario, en equipo, discutiendo y buscando, siendo auténticos y coherentes. Se debe tener en claro el camino: qué es lo que se quiere y a dónde se quiere llegar, cuál es la meta y ante todo,  sentirnos seguros y sostenidos por un marco de referencia. Esto permitirá que nos sintamos pertenecientes, que nos pongamos la camiseta y por sobre todas las cosas, que seamos transparentes y brindemos un mensaje único y coherente, primando el criterio de realidad.

Articular para dar continuidad, no es únicamente pensar actividades juntos, sino que es compartir una concepción del educando, de su forma de aprender y, en consecuencia,  de nuestra manera de enseñar. Por eso la interrelación comienza en la evaluación diagnóstica, que siendo realizada por todos los docentes, asegura el seguimiento de su evolución sin fragmentarlo.

Este proyecto implica asumir un rol protagónico por parte de los docentes, estableciendo relaciones de colaboración y de intercambio mediante la elaboración de proyectos donde se tomen decisiones de interés para la organización.

Es una posibilidad de intervenir e  implementar acciones para llevar adelante, motivados por la búsqueda de alternativas de mejoramiento.

Permite fomentar y participar del trabajo en equipo,  que en este caso se constituye en función de un objetivo  preciso y tareas comunes para así, resolver problemas, generando mayor compromiso y protagonismo. En este sentido, al hablar de participación, de equipo de trabajo, de delegar tareas, de arribar a consensos, estamos hablando de una gestión institucional participativa y comprometida.

La mejora de la calidad de la enseñanza continúa siendo una de las principales metas de la educación. Y tan importante como esta meta es que esa calidad llegue a todos los estudiantes para que haya una mayor equidad educativa. Es necesario modificar las formas de enseñar porque tanto la sociedad como los estudiantes han cambiado. Se han multiplicado los lugares donde aprender, los sistemas para acceder a la información, las posibilidades de intercambio y de comunicación, y la cantidad de estudiantes escolarizados. Ello nos compromete a analizar y discutir determinadas condiciones pedagógicas para hacer efectivo el tránsito por los niveles obligatorios, con prioridad en aquellos sectores más desfavorecidos. Será necesario entonces planificar y desarrollar una formación relevante para que todos tengan múltiples oportunidades para apropiarse del acervo cultural social, para recuperar la visibilidad del alumno como “sujeto de derecho” y la centralidad del conocimiento, para establecer un nuevo diálogo con los saberes a ser transmitidos y generados y sus modos de construcción, para fortalecer vínculos con la vida de las sociedades y el futuro, a través de diferentes experiencias educativas.

Tener como protagonista al y la estudiante como sujeto educativo es un gran desafío para preguntarnos ¿qué sentido le otorgamos a la educación?, ese interrogante nos sitúa desde un paradigma que entiende al aprendizaje desde una mirada de acompañamiento situado y a la enseñanza como una práctica social con intencionalidad pedagógica, dando lugar a los diferentes recorridos escolares.

Priorizar la tarea de enseñar propiciando espacios institucionales que posibiliten el trabajo en equipo, la discusión y construcción de propuestas que permitan al docente atender la heterogeneidad de los alumnos e interrogarse acerca de los modos de gestión escolar orientados a propiciar la construcción de otros escenarios, otros tiempos, otros vínculos profesionales e institucionales y otras herramientas que puedan atender la diversidad de contextos y necesidades. Así, es fundamental realizar acciones que tiendan a resolver la desarticulación llevando a cabo una gestión institucional y curricular con eje en lo que se enseña y aprende en la escuela, aplicando estrategias pedagógicas-didácticas de inclusión, todo esto apunta a una renovación y adecuación curricular.

Una escuela signada por el trabajo en equipo de todos los actores será la base institucional que ayudará a que lo que aprendamos en las capacitaciones pueda luego manifestarse en el aula y rendir sus frutos.

El trabajo docente pasa por articular y crear nodos de conexión adecuados entre la propuesta de los programas y planes educativos de la provincia y la particular realidad del entorno económico, social y cultural en que está inserta la escuela.

Hago hincapié aquí en la necesidad de construir y valorar espacios de participación en las escuelas con la intervención de todos los actores comprometidos en la formación de los alumnos, que favorezcan la adopción de herramientas pedagógicas e institucionales en función del desempeño del rol docente en contextos socioculturales de mayor complejidad, apoyando a la conformación de redes interinstitucionales para la comunicación, circulación e intercambio de experiencias significativas.

La articulación resulta genuina sólo cuando el foco está puesto en la continuidad de los procesos de desarrollo de los niños y en las formas de enseñanza. Estas cuestiones se pueden pensar cuando los equipos docentes comparten presupuestos teóricos acerca del sujeto, su aprendizaje y los mejores modos de promoverlo. 

POR ÚLTIMO… DESDE UNA PERSPECTIVA DE CONTINUIDAD PEDAGÓGICA, ARTICULAR, ES: Decidir y actuar, compartir y generar innovaciones; ES: dejar de preocuparse para comenzar a ocuparse.

La escuela es una construcción histórica y por lo tanto puede ser reinventada, algunas claves están disponibles o son evidentes y otras emergen de la gestión cotidiana de las escuelas y de las prácticas en el campo educativo, pero es necesario realizar un trabajo de deconstrucción importante que relativice el sistema de legitimación y el repertorio de verdades disponibles en el sistema educativo.

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