Por la
Lic. Alejandra Beatriz Frank.
Hoy más que nunca toma
fuerza el sentido de la articulación ante la necesidad de pensar y actuar
colaborativamente a fin de poder garantizar la educación como derecho social y
bien público y facilitar las trayectorias de las y los estudiantes dentro del
sistema educativo.
La educación en la actualidad se ve interpelada por una
transición hacia un nuevo formato en el que se alternan instancias presenciales
y no presenciales, donde la diversidad es la complejidad.
Hoy, más que nunca, como dice Ruth Harf (2018), en su libro “Educar con coraje”
debemos pensar nuevas ropas para la vieja ceremonia; habilidades para pensar
nuevos modos de enseñar en diferentes contextos.
Para garantizar y acompañar este proceso es necesario que el sistema se piense como una estructura en la cual cada nivel educativo y cada modalidad, como parte de ella, interactúe entre sí desde sus notas esenciales, teniendo clara la propia identidad y reconociendo la especificidad de los otros niveles, de manera de superar la idea de discontinuidad y proponiendo como alternativa la idea de unidad pedagógica.
¿Qué son las
trayectorias escolares? ¿Por qué es necesario el acompañamiento a las
trayectorias y el fortalecimiento de la enseñanza? ¿Qué implica el cuidado de
las trayectorias? ¿Cómo mejorar la articulación para favorecer la continuidad
de las trayectorias escolares? ¿Qué
aprender y enseñar? ¿Cómo aprender y enseñar?
La responsabilidad de gestionar y conducir el sistema
educativo implica considerar los desafíos educativos que la época actual
plantea con relación al logro de trayectorias escolares continuas, que
garanticen aprendizajes de calidad para nuestros niños, niñas y jóvenes.
Los avances logrados en materia de inclusión educativa han sido valiosos,
aunque persisten dificultades marcadas por las relaciones de baja intensidad
con la escuela, ausentismo y discontinuidad, bajos logros de aprendizaje, entre
otros.
El pasaje de los niños
del Nivel Inicial a la Escuela Primaria o de la Escuela Primaria a la Escuela
Secundaria, o de esta última al Terciario o Universitario, nos invita a pensar
en la continuidad pedagógica de la vida escolar del alumno que, conlleva la
reflexión acerca de la importancia de los mecanismos de articulación en los
distintos niveles educativos. Esta se
deriva tanto de los objetivos y funciones de cada uno de esos niveles como de
las características físicas, emocionales e intelectuales de los sujetos que
deben afrontar el cambio de un nivel a otro. A todo ello se agrega la ansiedad
que le transmiten al alumno las expectativas de los padres frente a los
aprendizajes y responsabilidades que deberá afrontar en el siguiente nivel o
ciclo.
Será importante, entonces, el fortalecimiento del paradigma
que sostiene la concepción del alumno
como sujeto de derecho, con el propósito de priorizar el proceso de
enseñanza aprendizaje del sujeto y garantizarlo desde el inicio de la
escolaridad hasta la terminalidad de la trayectoria en el tramo obligatorio,
todo lo cual requerirá intervenciones pedagógicas enmarcadas en un modelo
institucional inclusivo que garantice la trayectoria escolar de los alumnos en
condiciones de igualdad. Ello presupone, la búsqueda de una escuela para todos
y de una educación personalizada abierta e integradora, lo que ha sido una de
las preocupaciones más relevantes en el plano educacional en el ámbito de la
reflexión y de la práctica docente de los últimos años.
Partiendo de esta premisa el eje que se encuentra entre los
más problemáticos a la hora de mirar las trayectorias escolares es la
articulación. Es importante revisar qué sucede en el
tránsito de un nivel a otro del sistema educativo, ya que es allí donde se
concentra la mayor parte de las dificultades para el sostenimiento de la
escolaridad de los alumnos.
Considero que hoy nos enfrentamos a dos desafíos fundamentales:
·
el desafío de la
democratización, es decir, incluir y darle el lugar que le corresponde a la
diferencia para excluir a la
desigualdad, así definido por la política educativa nacional y
provincial en sus leyes -
normativa vigente -;
·
en tanto que el otro desafío es el de la transformación, la
modificación de los sentidos y las prácticas más arraigadas. Ambos desafíos
suponen pensar las trayectorias escolares desde el derecho a un tránsito
exitoso que implica desnaturalizar algunos supuestos arraigados en las
prácticas escolares.
Las trayectorias
escolares son los recorridos que realizan los sujetos en el sistema escolar,
analizados en su relación con la expectativa que supone el diseño de tal
sistema. Éste define, a través de su organización y sus determinantes, lo que
hemos llamado trayectorias escolares teóricas (Terigi, 2008).
Analizando las
trayectorias escolares reales de los sujetos podemos reconocer itinerarios frecuentes
o más probables, coincidentes con las trayectorias teóricas que establecen las
estipulaciones de niveles, grados, años; pero reconocemos también “trayectorias
no encauzadas”, itinerarios que no siguen el cauce diseñado por el sistema,
pues gran parte de los niños y jóvenes transitan su escolarización de modos
heterogéneos, variables y contingentes.
Yendo entonces a las condiciones institucionales del
sistema escolar que intervienen en la producción de las trayectorias escolares,
se destacan cuatro rasgos del sistema
educativo que consideramos especialmente relevantes para la estructuración de
las trayectorias teóricas: la gradualidad del
curriculum, la anualización de los grados, la organización del sistema en
niveles y la definición de las edades de inicio y fin de la obligatoriedad
escolar.
La preocupación por la
incidencia efectiva de las propuestas de enseñanza en los aprendizajes de los
alumnos, las dificultades para sistematizar el saber pedagógico que se produce
en las escuelas y en algunas situaciones la baja intensidad de la experiencia
escolar de los alumnos pueden representar inicialmente un conjunto de problemas
que nos aglutine para pensar la tarea que tenemos por delante.
Centrar la mirada en el acompañamiento a las trayectorias
nos permite revisar esos mapas institucionales desde los cuales construimos y
sostenemos nuestras prácticas. Ello significa hacer
visibles aquellos espacios inaccesibles y supuestamente “sin sentido”, pero
implica además capitalizar las experiencias propias, los recorridos
particulares que efectivamente sostuvieron aprendizajes significativos para
pensar las intervenciones desde propuestas cada vez más justas e inclusivas de
todos los niños y niñas que transitan la escolaridad.
Esta tarea requiere
siempre de un doble movimiento: interrumpir, cuestionar, develar,
desnaturalizar prácticas, y promover espacios de encuentro que habiliten nuevas
propuestas para el hacer de las escuelas y a la vez, conservar, potenciar,
sistematizar aquellas prácticas que favorecen los logros de las metas
propuestas, que acumulan en una tradición pedagógica popular y democrática que
tiene como pilares la garantía de derecho a la educación a todos nuestros niños
y niñas.
Todas las escuelas
comparten el propósito y el sentido de fortalecer la tarea de enseñar,
centrarse en el seguimiento y acompañamiento de los niños y niñas para hacer
posible que completen sus itinerarios escolares. Sabemos que las trayectorias
reales de los chicos, las que efectivamente encontramos en las escuelas no son
lineales sino que contemplan diferentes recorridos, que expresan
discontinuidades, rupturas, debido a ingresos tardíos, abandonos temporarios,
inasistencias reiteradas, repitencias, inconcurrencias prolongadas, sobreedad.
Realizar una mirada crítica de las situaciones educativas para pensar acciones
tendientes a acompañar los recorridos escolares, para sostener la
escolarización de los alumnos, desplegando estrategias diversas. Estrategias
que propicien otras condiciones de enseñanza a fin de facilitar y promover el
aprendizaje y la inclusión de todos los niños y niñas.
El trabajo con Trayectorias Escolares implica
observar, detectar, atender y dar respuesta a cada niño, niña, adolescente y
joven comprendido en las franjas de edad y, al ampliarse el período de la
obligatoriedad, se amplía la trayectoria escolar teórica. Se diversifican aún
más en consecuencia, las trayectorias reales que los alumnos pueden desplegar,
complejizándose el seguimiento y acompañamiento de aquellas trayectorias no
encauzadas. De allí que
nuestro compromiso, político
y pedagógico, será garantizar esas trayectorias, no solo
asegurando el acceso sino también la permanencia
y el egreso de la educación obligatoria. Será necesario entonces, velar por el
tránsito apropiado por los tramos
obligatorios del Sistema
lo que implicará
atender -de modo
general y también individualizado- la
enseñanza, el aprendizaje,
la secuenciación de
contenidos, la acción interinstitucional, el
abandono, la repitencia, la
sobreedad, las estrategias
de acompañamiento y las definiciones de las competencias y adquisiciones
necesarias para cada nivel y cada ciclo.
El tomar conciencia de la importancia de la articulación
como una continuidad se convierte en facilitadora del trayecto pedagógico que
los sujetos de la educación realizan por el sistema educativo.
Debe llevar en sí, a un cambio de
perspectiva en su tratamiento, instalándose como cuestión institucional, que
involucre a todos quienes conforman las escuelas o instituciones educativas,
desde los roles de aprendices, enseñantes, asesores, directivos y supervisivos.
En este sentido, articular para dar continuidad pedagógica
se convierte en proceso institucional que, debe evaluar las fortalezas y dificultades de
los niveles o ciclos involucrados,
estableciendo formas de comunicación que faciliten la gradualidad del
proceso, tomando conciencia de la necesidad de una verdadera interdependencia,
interacción y cooperación entre los niveles y/ o ciclos que constituyen un
mismo sistema educativo.
Articular para dar
continuidad, no es únicamente pensar actividades juntos, sino que es compartir
una concepción del educando, de su forma de aprender y, en consecuencia, de nuestra manera de enseñar. Por eso la interrelación
comienza en la evaluación diagnóstica, que siendo realizada por todos los
docentes, asegura el seguimiento de su evolución sin fragmentarlo.
Afirma Ruth Harf que: “la única y verdadera función de la
articulación entre los Niveles es el mejoramiento constante de la calidad del
servicio educativo, para así tender a garantizar los aprendizajes de los
alumnos que “transitan” por todo el sistema escolar, desde el Nivel Inicial
hasta el que alcancen, sea primario, secundario, terciario o universitario”,
es decir que sólo desde esta perspectiva de continuidad pedagógica fundada en
el mismo niño y en su crecimiento es que, la articulación cobra real sentido.
Por otro lado, “la desarticulación entre niveles, ciclos y años y la segmentación por
modalidades del Sistema Educativo argentino constituye un hecho insoslayable, y
ello trae consecuencias que se reflejan en diversos ámbitos. Desde ser causante
de repitencia hasta atomizar los saberes y fragmentar la real continuidad de
los mismos”. “El sistema educativo es
un todo, cuya partición son los distintos niveles” y, para propiciar la
continuidad pedagógica entre los niveles y, así, poder crear las condiciones
necesarias para que el paso de un nivel o ciclo
a otro sea de la forma menos traumática, “no se puede desconocer ni el antes ni el después, entendiendo el pasaje
de niveles como proceso”.
Articulación y Continuidad Pedagógica no son palabras mágicas, pero
sí se constituyen en un modo de gestión pedagógico didáctico facilitador de los
aprendizajes socialmente válidos, que significativamente produce cadenas de
saberes relacionados entre sí.
Cadena significativa
que, garantiza la coherencia del proceso
y la comprensión por parte de los alumnos, porque los nuevos desafíos de
aprendizaje tendrán una sólida base en los saberes previos, enriqueciéndolos
constantemente y afianzándolos en la memoria individual y colectiva. Para esta
construcción no hay formas establecidas; deberá ser proyectada entre ambas partes involucradas con la intervención
de todos sus miembros en la búsqueda de espacios de encuentro que permitan dar
solución a las diferentes problemáticas que vayan surgiendo. Para lograr el
éxito es necesario e inexcusable contar
con las personas, ya que son el principal recurso de las organizaciones. Por
ello de este mismo criterio se deriva la necesidad del aprendizaje del trabajo
en equipo, cooperativo riguroso y sistemático. Lo más importante en este tema:
el encuentro y comunicación entre las personas involucradas en ambos niveles,
especialmente directivos y docentes. Pese a las diferencias hay que formar un
equipo, compartir e intercambiar ideas y experiencias, sin ningún tipo de
egoísmos ni competitividad; teniendo muy en claro que el objetivo de todo este
trabajo es el niño que va transitando de un nivel a otro o de un ciclo a otro.
Paso a paso…
● El primer paso debe ser un trabajo en
equipo, continuado y minucioso, en donde toda la escuela esté involucrada. La
articulación se debe dar a partir del conocimiento, el respeto y el afecto
mutuo.
● Entre las principales sugerencias se
destacan: que exista la suficiente flexibilidad en el uso del tiempo requerido
para que se logre la concientización e interiorización; que el logro del
consenso toma su tiempo y que en las diferentes etapas surgen situaciones
emergentes; que se deben identificar las condiciones y características propias
del medio; que es recomendable el uso de talleres institucionales para crear
ambientes más abiertos, flexibles y un clima de apertura para la aceptación de
la crítica y la disponibilidad hacia la necesidad del cambio. Se reconoce,
también aquí, que estos procesos deben
contar con los recursos necesarios para su realización en tiempo razonable; que
sea posible una organización que permita diagnosticar problemas y proponer
soluciones; que se torna necesario elaborar un plan de acción realista que
cuente con las estrategias para ejecutar las soluciones de los problemas detectados
y los cambios planteados.
Cumplida esta primera instancia es importante:
● Pensar cuándo, cómo y sobre todo qué se
desea realizar en esta cadena. Y aquí es fundamental tener en cuenta el respeto
por las diferencias. Como los dientes de un engranaje, o los eslabones, cada uno aporta lo que le sobra y obtiene del
otro lo que le falta, conservando lo que le es propio y lo identifica, pero
enriqueciéndose y ampliando su perspectiva a través del contacto con los demás.
● La identificación y el compromiso de
los docentes serán posibles en la medida en que se les otorgue un papel
protagónico. Una actitud estimulante en el marco de la interacción grupal, y la
comunicación verbal de las informaciones que proporcionen material de análisis
al conjunto, se constituirán en aportes irremplazables que enriquecerán la
tarea.
Desde el Equipo de Conducción…
Es imprescindible que
el equipo de conducción colabore con el crecimiento de los docentes,
asesorándolos y acompañándolos en su tarea, conteniéndolos y proporcionándoles espacios para la reflexión
y el aprendizaje constructivo de las normas vigentes establecidas por el
Consejo General de Educación.
Debemos tener en cuenta
que no puede haber funcionamiento sano de equipo si no se acuerdan canales
explícitos de comunicación al interior del grupo y de éste hacia afuera.
Solamente la reflexión de un equipo docente crea las bases
para tomar decisiones en actuaciones concretas.
Elaborar un proyecto de gestión es un medio que nos permite la reflexión
pedagógica, la formación continua y la integración de un equipo educativo.
Para renovar nuestra
escuela debemos asimilar y acomodar la información, armar grupos de reflexión,
donde se pueda pensar y discutir. Después poner en juego nuestras estrategias
de acción, llevar a la práctica la
teoría, no como receta sino como retroalimentación de evaluación permanente y
donde la creatividad de cada uno la enriquece.
Es indispensable aunar criterios para encarar proyectos
posibles, es decir viables y consistentes. Debe
existir la posibilidad de un cambio alentador y positivo.
Por otra parte, debe
haber un compromiso del docente con lo que dice, hace y piensa. Aquí es donde
se pone en juego la coherencia.
En la interacción de lo
que se dice y lo que se hace cuenta la postura personal frente a las
problemáticas cotidianas, conscientes de que éstas no son producto de la
casualidad, sino el resultado de un proceso histórico, social y cultural que
hay que conocer y tener en cuenta para interpretar la realidad.
Es necesario el trabajo
diario, en equipo, discutiendo y buscando, siendo auténticos y coherentes. Se
debe tener en claro el camino: qué es lo que se quiere y a dónde se quiere
llegar, cuál es la meta y ante todo,
sentirnos seguros y sostenidos por un marco de referencia. Esto permitirá
que nos sintamos pertenecientes, que nos pongamos la camiseta y por sobre todas
las cosas, que seamos transparentes y brindemos un mensaje único y coherente,
primando el criterio de realidad.
Articular para dar continuidad, no es
únicamente pensar actividades juntos, sino que es compartir una concepción del
educando, de su forma de aprender y, en consecuencia, de nuestra manera de enseñar. Por eso la
interrelación comienza en la evaluación diagnóstica, que siendo realizada por
todos los docentes, asegura el seguimiento de su evolución sin fragmentarlo.
Este proyecto implica asumir un rol protagónico por parte
de los docentes, estableciendo relaciones de colaboración
y de intercambio mediante la elaboración de proyectos donde se tomen decisiones
de interés para la organización.
Es una posibilidad de
intervenir e implementar acciones para
llevar adelante, motivados por la búsqueda de alternativas de mejoramiento.
Permite fomentar y
participar del trabajo en equipo, que en
este caso se constituye en función de un objetivo preciso y tareas comunes para así, resolver
problemas, generando mayor compromiso y protagonismo. En este sentido, al
hablar de participación, de equipo de trabajo, de delegar tareas, de arribar a
consensos, estamos hablando de una gestión institucional participativa y
comprometida.
La mejora de la calidad de la enseñanza continúa siendo una
de las principales metas de la educación. Y
tan importante como esta meta es que esa calidad llegue a todos los estudiantes
para que haya una mayor equidad educativa. Es necesario modificar las formas de
enseñar porque tanto la sociedad como los estudiantes han cambiado. Se han
multiplicado los lugares donde aprender, los sistemas para acceder a la
información, las posibilidades de intercambio y de comunicación, y la cantidad
de estudiantes escolarizados. Ello nos compromete a analizar y discutir
determinadas condiciones pedagógicas para hacer efectivo el tránsito por los
niveles obligatorios, con prioridad en aquellos sectores más desfavorecidos. Será
necesario entonces planificar y desarrollar una formación relevante para que
todos tengan múltiples oportunidades para apropiarse del acervo cultural
social, para recuperar la visibilidad del alumno como “sujeto de derecho” y la
centralidad del conocimiento, para establecer un nuevo diálogo con los saberes
a ser transmitidos y generados y sus modos de construcción, para fortalecer
vínculos con la vida de las sociedades y el futuro, a través de diferentes
experiencias educativas.
Tener como protagonista al y la estudiante como sujeto
educativo es un gran desafío para preguntarnos ¿qué sentido le otorgamos a la
educación?, ese interrogante nos sitúa desde un paradigma
que entiende al aprendizaje desde una mirada de acompañamiento situado y a la
enseñanza como una práctica social con intencionalidad pedagógica, dando lugar
a los diferentes recorridos escolares.
Priorizar la tarea de
enseñar propiciando espacios institucionales que posibiliten el trabajo en
equipo, la discusión y construcción de propuestas que permitan al docente
atender la heterogeneidad de los alumnos e interrogarse acerca de los modos de
gestión escolar orientados a propiciar la construcción de otros escenarios,
otros tiempos, otros vínculos profesionales e institucionales y otras herramientas
que puedan atender la diversidad de contextos y necesidades. Así, es
fundamental realizar acciones que tiendan a resolver la desarticulación
llevando a cabo una gestión institucional y curricular con eje en lo que se
enseña y aprende en la escuela, aplicando estrategias pedagógicas-didácticas de
inclusión, todo esto apunta a una renovación y adecuación curricular.
Una escuela signada por el trabajo en equipo de todos los
actores será la base institucional que ayudará a que lo
que aprendamos en las capacitaciones pueda luego manifestarse en el aula y
rendir sus frutos.
El trabajo docente pasa por articular y crear nodos de
conexión adecuados entre la propuesta de los programas y
planes educativos de la provincia y la particular realidad del entorno económico,
social y cultural en que está inserta la escuela.
Hago hincapié aquí en la necesidad de construir y valorar
espacios de participación en las escuelas con la intervención de todos los
actores comprometidos en la formación de los alumnos, que
favorezcan la adopción de herramientas pedagógicas e institucionales en función
del desempeño del rol docente en contextos socioculturales de mayor
complejidad, apoyando a la conformación de redes interinstitucionales para la
comunicación, circulación e intercambio de experiencias significativas.
La articulación resulta
genuina sólo cuando el foco está puesto en la continuidad de los procesos de
desarrollo de los niños y en las formas de enseñanza. Estas cuestiones se
pueden pensar cuando los equipos docentes comparten presupuestos teóricos
acerca del sujeto, su aprendizaje y los mejores modos de promoverlo.
POR ÚLTIMO… DESDE UNA PERSPECTIVA DE CONTINUIDAD
PEDAGÓGICA, ARTICULAR, ES: Decidir y actuar, compartir y generar innovaciones;
ES: dejar de preocuparse para comenzar a ocuparse.
La escuela es una
construcción histórica y por lo tanto puede ser reinventada, algunas claves
están disponibles o son evidentes y otras emergen de la gestión cotidiana de
las escuelas y de las prácticas en el campo educativo, pero es necesario
realizar un trabajo de deconstrucción importante que relativice el sistema de
legitimación y el repertorio de verdades disponibles en el sistema educativo.
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