*Por Marina Isabel Pagani
(Dedicado a toda persona que considere necesario leer, analizar, reflexionar y replantear nuestro mundo con el otro y con los otros)
Edgar Morin (1994) planteó que el problema del conocimiento se encuentra en el corazón de la vida y que tal concepción no se opone, por biológica, a la concepción filosófica del conocimiento, ya que el conocimiento se encuentra enraizado, vitalmente, en el sujeto. Homenajeamos al maestro Morin que cumplió más de cien años el pasado 8 de julio.
Creador de la idea de pensamiento complejo, el francés Edgar
Morin recibió, en 1999, el encargo de la UNESCO
de escribir un libro sobre educación que diera la bienvenida al nuevo milenio.
Morin respondió con un pequeño texto que sintetiza de alguna forma su filosofía
entera: Los siete saberes necesarios
para el futuro de la
educación.
Es difícil describir la proeza de este pensador francés que en apenas un
centenar de páginas se aventura a explicarnos lo que hay que hacer, si queremos
un mundo mejor. En este libro, Morin presenta un inmenso andamio de ideas en el
que reúne desde observaciones concretas, por ejemplo, el riesgo de cometer
errores intelectuales, hasta otras tan complejas y paradójicas como la forma de
hacer frente a eso que, por definición, no se puede enfrentar: la
incertidumbre. Nuestras certezas ―nos explica― son islas en las que hacemos
tierra para volver a emprender el viaje por el océano de lo incierto.
La complejidad de Morin
es un intento por dar coherencia a la experiencia humana con la condición de
admitir que, en el centro de todo conocimiento (como en el de toda galaxia),
hay un hoyo negro donde es mejor no aventurarse a riesgo de caer. El
conocimiento tiene límites y la proeza humana está en acercarse a ellos sin
despeñarse.
Morin intenta (Andrés García Barrios), pues, identificar y ofrecernos la
mayor cantidad de recursos ante la proximidad de la incertidumbre, sabiendo que
lo mejor es que los imprevistos nos agarren bien equipados. En Los siete saberes nos entrega un
libro complejo, sintético y bien ordenado, que es a la vez pedagógico y
didáctico: didáctico en el sentido de presentar sus ideas de forma
simple y accesible a un vasto público, y pedagógico en el de ser un
confiable interlocutor en nuestra comprensión y aceptación de la realidad.
Así como en un tiempo se banalizó
la palabra futuro, en nuestra época se corre el riesgo de creer que la
palabra incertidumbre señala algo demasiado cierto. Al familiarizarnos
con el término, podrá parecer que empezamos a entender a qué se refiere. Pero
no es así. Mucho mejor será respetar siempre el hueco de lo que no podemos ver,
sabiendo que éste es quizás (como nos dice María Zambrano) el poro por el que
respira la piel de lo visible.
Sólo una acrobacia cómica intentaría resumir lo ya sintetizado por Morin
en esa destilación de saberes llamado libro. Por eso, sólo me atreveré dice
Zambrano, con algunos extractos para dar al lector una probada y motivarlo a la
lectura. Antes de pasar a ellos, quiero invitarlo también a encontrar en las
ideas de Morin muchos de los principios que animan a construir el Futuro de la Educación y en general a la Escuela Global Contemporánea: educación
para toda la vida, multidisciplinariedad, límites a la especialización,
conocimiento adecuado al contexto y al mundo, comprensión de lo humano, y por
supuesto, conciencia de que el saber se ha vuelto planetario y concerniente a
la humanidad entera. Algunos de los extractos de Morin que bien puede aplicar a
nuestra sociedad y a quienes la integran la misma, son los siguientes:
a-La Los principios de un conocimiento pertinente.
b-La cegueras del conocimiento: el error y la ilusión.
c-Enseñar
la condición humana.
d-Enseñar
la identidad terrenal.
e-Enfrentar las incertidumbres.
f- Enseñar
la comprensión.
g-La ética del género
humano: Ya decía Kant que la finitud geográfica de nuestra tierra impone a sus
habitantes un principio de hospitalidad universal,
reconociendo al otro el derecho de no ser tratado como enemigo. La regeneración democrática supone la
regeneración del civismo, la regeneración
del civismo supone la regeneración de la solidaridad y de la responsabilidad, es decir el desarrollo de la
antropo-ética. Podríamos preguntarnos si la escuela no podría ser un laboratorio de vida democrática. La
escuela debe ser el lugar de aprendizaje
del debate argumentado, de las reglas necesarias para la discusión, de la
toma de conciencia de las necesidades y de los procesos de comprensión del pensamiento de los demás, de la escucha
y del respeto de las voces minoritarias
y marginadas. El sentido de unión, trabajo en equipo y mancomunado está
presente en las ideas complejas de Morin.
*UNESCO. Los siete
Saberes Necesarios. E Morin.
“Lo complejo no es otra cosa que «lo
que está tejido en conjunto»”.
Edgar Morin
*Doctoranda en Ciencias de la Salud.
*otros