jueves, 7 de julio de 2022

Los Adultos mayores y su inserción a la vida pos pandemia.

 

Por Marina Isabel Pagani*

Según la CEPAL(2022),  en 2022 habitan en América Latina y el Caribe aproximadamente 665 millones de personas, de las cuales unos 91 millones son mayores de 60 años (un 14% de la población total). Esta cifra representa un 75% más del total de personas mayores que había en 1980. Para 2030, se prevé que este número aumente a 118 millones (el 16,7% de la población) y para 2050 se prevé que se eleve a 190 millones, lo que equivaldría al 25% de la población regional.

     A fines del siglo XXI, las personas mayores serían 254 millones (Naciones Unidas, 2019b). Otra tendencia importante a ser considerada es el envejecimiento entre las personas mayores.

El grupo de personas de 80 años y más, que actualmente representa el 2,0% del total de la población regional, unos 13,5 millones de personas, se incrementará a una tasa especialmente rápida y se proyecta que superará los 41 millones en los próximos 30 años (Naciones Unidas, 2019b)[1]

     El hecho de que las personas vivan más tiempo y de que la población de personas mayores aumente relativamente como proporción de la población total es, ante todo, fruto de una conquista


[1] Gráfico II.2 América Latina y el Caribe: distribución relativa de la población de personas mayores,  por sexo y grupos etarios, 1950-2050 (En porcentajes del total de personas mayores)

                                                                                                  .

de nuestras sociedades y el resultado directo de un mayor control sobre las decisiones reproductivas y el aumento de la esperanza de vida en las edades más avanzadas.

     Es fundamental incorporar la mirada demográfica en la identificación de las necesidades de la población, su vinculación con el desarrollo y el diseño de programas y políticas públicas eficaces. En ese marco, es central profundizar en la reflexión sobre la vejez en la región, analizando las políticas desarrolladas en América Latina y el Caribe, y las especificidades de este grupo poblacional en el abordaje de las medidas integrales de atención a las personas mayores[1]

     La dinámica poblacional en la región y las características de las personas mayores son altamente heterogéneas a causa de las distintas etapas de los cambios demográficos y epidemiológicos por las que atraviesa cada país. Si bien esto redunda en diferencias notables en la organización de los cursos de vida personales, en todos los casos la desigualdad social genera diferencias en la calidad de vida de las personas mayores (Redondo y otros, 2020).

     Desde su aparición, el COVID-19 ha mostrado impactos diferenciados en las poblaciones y una tendencia a afectar a grupos que presentaban vulnerabilidades sociodemográficas y desventajas que se traducían en condiciones de salud deterioradas.

     En los países y territorios con altos niveles de pobreza, sistemas de protección social y de salud debilitados o fragmentados, y mayores niveles de desigualdad, las personas mayores han padecido de forma



[1] Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL. B. Personas mayores, pág.64.

                                                                                                                 .

más profunda los impactos físicos, psicológicos, económicos y sociales de la pandemia (Naciones Unidas, 2020e).

      De acuerdo con el Panorama Social de América Latina, 2021 (CEPAL, 2022a), los efectos de la pandemia han puesto de manifiesto y exacerbado las grandes brechas estructurales de la región, principalmente los niveles de desigualdad, informalidad laboral, desprotección social, pobreza y vulnerabilidad.

     Estos problemas afectan mucho a las personas mayores, particularmente a las mujeres y las personas mayores con discapacidad[1], que tienen oportunidades de trabajo limitadas y pensiones y protección social inadecuadas. Esto, sumado a las condiciones epidemiológicas de la población de personas mayores, mostró desde el inicio efectos diferenciales de la pandemia respecto de otros grupos etarios y ha puesto en evidencia la vulnerabilidad en que vive buena parte de esta población, al mismo tiempo que se ha traducido en una mayor demanda de atención especializada y crítica de salud y de cuidados.

      Por otra parte, las personas mayores con problemas de salud preexistentes han retrasado el tratamiento de sus enfermedades preexistentes y se han expuesto a niveles de estrés muy elevados ante el temor de contagio. Además, aún se desconoce el impacto de la experiencia de soledad y aislamiento durante el confinamiento en



[1] CEPAL-Recuadro II.1

                                                                                                                     .

la salud mental (Huenchuan, 2020)[1] en las personas mayores con discapacidad.

      Las comorbilidades que tienen las personas mayores con discapacidad aumentan el riesgo de que presenten casos más graves de COVID-19 si contraen la enfermedad.

     La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que esto se debe principalmente a que el COVID-19 “exacerba los problemas de salud existentes, en particular los relacionados con la función respiratoria o la función del sistema inmunitario, o con cardiopatías o diabetes”; además, las personas mayores con discapacidad “podrían encontrar obstáculos para el acceso a la atención de salud”[2].

     Un análisis de los resultados de los censos más recientes permite advertir que la proporción de personas de 60 años y más que tenían algún tipo de discapacidad varía del 14% en Guatemala y Colombia al 35% en el Perú. A los 80 años y más, la prevalencia de la discapacidad aumenta aún más y llega a alrededor del 30% de las personas de ese grupo de edad en Colombia y Guatemala y el 58% de esas personas en el Perú. En todos los países, este porcentaje es levemente mayor en las mujeres que en los hombres (véase el cuadro).

     De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la relación positiva entre edad y discapacidad



[1] CEPAL-Los impactos sociodemográficos de la pandemia de COVID-19 en América Latina y el Caribe. pág.65

[2] (OMS, pág. 2)

                                                                                                              .

permite suponer que muchas personas mayores que han tenido COVID-19  fallecieron por esa causa y tenían alguna discapacidad.

      La CEPAL también reconoce que la discapacidad representa un mayor riesgo de contagio, pues dificulta más la protección contra el virus. Las discapacidades visual y motriz obligan a un mayor contacto con las superficies, lo que aumenta el riesgo de contagio. Además, a las personas mayores con discapacidad no necesariamente les resulta accesible la información sobre la prevención, y las posibilidades de tener acceso a mecanismos de prevención, diagnóstico y tratamiento muchas veces no dependen de sus decisiones y posibilidades, especialmente cuando estas personas, que enfrentan el estigma del envejecimiento y de la discapacidad de manera simultánea, residen en instituciones de cuidado de largo plazo.

     El acceso del recurso agua[1] durante la pandemia para las personas mayores que habitan en territorios en los que el suministro no existe o se limita a ciertas horas del día o a determinados días de la semana las pone en una situación de gran vulnerabilidad, ya que dicho acceso en ocasiones exige traslados y apoyo de otras personas e implica contar con recursos económicos. Para muchas personas, esta dificultad en el acceso al agua representa la imposibilidad de llevar a cabo las medidas de limpieza personal, como lavado de manos y aseo de espacios, que son imprescindibles para contener la propagación del virus[2]. Durante la pandemia, las personas mayores



[1] CEPAL. pág. 68.

[2] CEPAL. Pág.67

                                                                                                       .

sin acceso a servicios de energía limpia y segura también estuvieron expuestas a mayores riesgos derivados de: 1-la exposición a temperaturas extremas; 2- el uso de fuentes de energía contaminantes para cocinar o calentar las viviendas, lo que propicia las afecciones en las vías respiratorias, y 3- la carencia de electricidad que les permitiese tener acceso a las TIC y con ello a información, a servicios médicos y educativos, y a fuentes de suministro de bienes esenciales y de empleo (Calvo y otros, 2021). El acceso diferencial a las TIC también se ha configurado como un elemento desigualador.

      Sunkel y Ullman (2019), sobre la base de datos de encuestas de hogares de ocho países de la región, informan que las personas mayores tienen menor acceso a Internet que otros grupos etarios de la población. Los Adultos Mayores han presentado mayores dificultades para lograr la inclusión digital pues, además de las desigualdades que han acumulado a lo largo de la vida, se enfrentan constantemente, en materia de tecnología, a discursos negativos y excluyentes.

     En América Latina, el grupo etario de personas mayores es el más aislado de las tecnologías digitales, lo que muestra una profunda brecha digital (Sunkel y Ullman, 2019). La pandemia ha mostrado la vigencia de la necesidad de disminuir la brecha digital de las personas mayores para que logren mantener sus vínculos sociales, fortalecer y ampliar sus redes de apoyo, obtener disminución de la brecha tecnológica. A su vez, las mujeres mayores que han realizado trabajo doméstico o de cuidados a lo largo de su curso de vida presentan una brecha digital mucho más amplia. Por lo tanto, es necesario repensar los sistemas educativos formales y no formales e imaginar nuevas formas de garantizar la educación a lo largo de la vida[1].

     Las políticas y los programas de inclusión digital deben partir del reconocimiento de la existencia de desigualdades estructurales y acumuladas en el curso de la vida, que delinean entornos de inequidad en las esferas del acceso, uso y apropiación de las TIC (Alva de la Selva, 2015; Ferraro y Shippee, 2009), y tomar en consideración mecanismos con perspectiva de género que se encuentren vinculados a las realidades del trabajo de cuidado. 

*Doctoranda en Ciencias de la Salud

*Diplomada en Neurociencias

*Especialista en Educación Superior y Nuevas Tecnologías y Políticas y Programas Socioeducativas

Prof. en Geografía y Ciencias Biológicas.

Otras especializaciones 

Bibliografía

CEPAL/FILAC (Comisión Económica para América Latina y el Caribe/Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe) (2020), “Los pueblos indígenas de América Latina - Abya Yala y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: tensiones y desafíos desde una perspectiva territorial”, Documentos de Proyectos (LC/TS.2020/47), Santiago.


[1] CEPAL 2020. Pág.69

UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) (2021), “A un año del comienzo de la pandemia: continuidad educativa y evaluación en América Latina y el Caribe en 2021”, Documento de Programa, junio. Velasco, T., J. Rodrigues y L. Sobral (2021), “Planejamento urbano e saúde nas ciudades: um diálogo inevitável. Entrevista com Suzana Pasternak e Natalia Pasternak”, e-metrópolis, Nº 44 año 12, marzo.

2020a), “COVID-19 y los derechos de las personas con discapacidad: directrices”, Ginebra, abril [en línea] https://www. ohchr.org/sites/default/files/Documents/Issues/Disability/COVID-19_and_The_Rights_of_Persons_with_Disabilities_SP.pdf.

 (2020b), “Declaración Conjunta: Personas con Discapacidad y COVID-19 por el Presidente del Comité de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, en representación del Comité sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y la Enviada Especial del Secretario General de Naciones Unidas sobre Discapacidad y Accesibilidad” [en línea] https://www.ohchr.org/es/statements/2020/04/joint-statement-persons-disabilities-and-covid19-chair-united-nations-committee.

Banco Mundial (2020), Inclusión social en Uruguay, Washington, D. C. [en línea] https://www.gub.uy/agencia-uruguaya-cooperacioninternacional/comunicacion/publicaciones/inclusion-social-uruguay-2020

. Batthyány, K. (2010), “Envejecimiento, cuidados y género en América Latina”, documento presentado en el Seminario Internacional “Experiencias internacionales y propuestas para consolidar la red nacional de cuido de las personas adultas mayores en Costa Rica” San José, 22 y 23 de noviembre. Bautista, J. (2013), “El derecho humano al agua y al saneamiento frente a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM)”,