La pobreza social y/o la pobreza mental
Pensar y escribir otro PARADIGMA SIGLO XXI para los niños, jóvenes y adultos que recorren, cursan y aprueban el Sistema Educativo Argentino.
**Por
Marina Isabel Pagani
Cuando yo iba a la escuela primaria, la mayoría de los
niños/as pertenecíamos a familias donde todos o casi todos los integrantes
mayores de determinada edad trabajaban. También asistían las hijas de las
maestras con guardapolvos muy blancos y zapatos de marca, impecables. Mis
padres me compraban los libros de texto y útiles escolares que solicitaban las
maestras y el guardapolvo y zapatos que no eran de la misma marca ( la brecha o
desigualdad económica siempre existió) a los que usaban otras niñas. Las maestras
eran todas mujeres.
En mi casa mi padre trabajaba como empleado en un taller mecánico y por ende por ser amante de los “fierros” siempre tenía la vieja bicicleta verde para ir todos los días a trabajar de lunes a sábado y siempre desarrollaba el arte de la mecánica y armaba en un taller en casa algún autito propio con autopartes que compraba desarmadas en algún desarmadero o a alguna persona que se dedicaba a ese rubro. Cuando regresaba de trabajar o los fines de semana, mate de por medio que le cebaba mi mamá, levantaba alguna pared de la casa o pintaba o hacía algún arreglo en el techo. Siempre había algo que arreglar en casa. Siempre mi padre encontraba algo para reformar. Cuando vivía mi abuelo en casa (todos los adultos mayores enfermos o solos) vivían en la casa de alguna de las hijas como un integrante más y los nietos disfrutábamos de cuentos fantásticos o anécdotas tal vez deliciosamente inventadas para entretenernos.
Mi madre
cocinaba en la cocina a leña, amasaba y teníamos pan o tortas calientes de
postre o para la tarde. Yo iba y volvía de la escuela todos los días y faltaba
sólo una vez por alguna enfermedad que en realidad nunca tuve.
Mi hermana estudiaba para Modista (era casi la tradición
familiar), Contabilidad, Taquigrafía y Escritura a máquina porque eran los
conocimientos esenciales para trabajar desde muy joven en estudios jurídicos o
contables, cuestión laboral que la desarrolló al poco tiempo en un estudio
jurídico. Pero también trabajaba como modista.
Mi hermano, enamorado de la mecánica
siguió el mismo camino de mi padre o quizás no tuvo oportunidad de aprender
otra cosa. Aprendió la teoría de la mecánica a través de revistas que recibía
por correo mensual.
Las madres, tías
o abuelas aprendían a bordar o a tejer y lucían en las mesas domingueras hermosos
manteles cuando nos reuníamos toda la familia. Había fuentes de tallarines
caseros con salsa, alguna bebida cola porque era domingo y postres caseros (torta
de manzana o ensalada de frutos de la huerta propia). También todos teníamos
hermosos abrigos tejidos por nuestras madres o abuelas.
La familia de mi
padre estaba constituida por nueve
hermanos con sus respectivas familias y en la de mi madre eran tres hermanos y
sus familias. Mi abuela y sus dos hijas solteras que vivían con ellos
preparaban las mesas domingueras que eran de 14 familiares como mínimo con una
gran mesa de madera artesanal y bancos
de cedro realizada por mi abuelo
italiano y el comedor con el típico
hogar a leña para el invierno.
La casa grande paterna también la había
construído mi abuelo ayudado por sus hijos y vecinos. Gran patio, parral con
variedades de uvas, glicinas, aljabas, retamas amarillas, árboles frutales
varios, higuera, mandarinas, naranjos, quinta con verduras varias, aljibe con
agua de lluvia, corral de gallinas, y todo lo típico de la época y un
galponcito con leña cortada. Se compraba
solamente la carne de vaca y la leche.
Una de mis tías modista me regalaba los ”figurines de moda”
que ya eran antiguos y que encargaba a
las editoriales y yo recortaba las figuras infantiles y con caja de zapatos
hacía bancos similares a los de la
escuela, supongo. Mi mamá me decía cada tanto “ vos tenés que estudiar de
maestra” no sé en qué lugar pero lo vas a hacer, ya como una premonición.
Pasé mi niñez tranquila, mis padres siempre trabajando, mi
madre hacía la manteca casera con leche suelta no pasteurizada que le vendía un
vecino. Hacía pan casero y vendía o tenía un negocio de cambio de revistas.
Luego crecí,
comencé en la Escuela Normal Mariano Moreno y tuve la oportunidad de ser
docente pero no maestra sino de la especialidad Biología y Geografía. Estaba en
duda, me gustaban los idiomas, mi madre me decía: estudiá francés o italiano que
son las tierras de donde vinieron tus abuelos, también me gustaba Castellano y
Literatura pero en definitiva también me
gustaban las relaciones con el mundo, las Relaciones Internacionales, la Diplomacia, ser Azafata, viajar por el mundo.
En definitiva, terminé el secundario, empecé a trabajar y estudiar el profesorado mencionado. Me gustaba la docencia pero soñaba con otras áreas tan lejanas para mí por razones económicas o por temor de mis padres dado la época político-social que transitábamos.
Los lectores que llegaron hasta aquí se preguntarán luego de este cuento no tan cuento, ¿cómo sigue?
Los más vulnerables eran los menos inteligentes y la “clase acomodada” por tener posibilidades económicas eran los medianamente inteligentes (podían estudiar inglés, piano o ir a natación que era lo que se estilaba en esa época). Pero con el pasar de los años, la realidad mundial fue demandando otras necesidades a pesar de tener recursos económicos.
El avance de las tecnologías de la
información y de la comunicación (TIC) y los investigadores mundiales fueron
escribiendo y demostrando a través de investigaciones científicas que todos
tenemos las capacidades suficientes siempre y cuando dispongamos de las herramientas
para desarrollarlas ( recursos humanos y económicos).
A
lo largo de la vida entendí lo vertiginoso del paso del tiempo y de las épocas
y de la complejidad de esa computadora natural que es el cerebro humano que poseemos. Y comencé a
leer libros sobre las inteligencias múltiples, propuestas de Howard Gardner, que
constituyen el reconocimiento de la diversidad de habilidades, capacidades y
competencias de las personas.
A
principios de los años ochenta el psicólogo estadounidense Howard Gardner
propuso una teoría que revolucionó la educación a nivel mundial: la teoría de las inteligencias múltiples
como “ modelo de entendimiento de la
mente”. Fue publicada por su autor Gardner en 1983. Este
modelo presentaba a la inteligencia como un conjunto de
capacidades autónomas interrelacionadas. Una visión en contraposición a la
ofrecida hasta el momento. No se era poco o mucho inteligente de 0 a 10. Había
que descubrir habilidades y destrezas en niños y jóvenes. Surgieron lógicamente
detractores a tal teoría. Varios estudiosos de las inteligencias múltiples.
En 1995, Daniel Goleman popularizó el término “Inteligencia
Emocional” aunque este ya había antes en otros textos. La define como la capacidad
para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos.
La organiza entorno a cinco capacidades: conocer las emociones y
sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la
propia motivación, y gestionar las relaciones. Además, después ha
introducido el concepto de Inteligencia Social mediante un
estudio neurocientífico de cerebros en interacción social. Hace referencia a la
importancia del impacto de nuestras relaciones sociales en nuestra vida, en
nuestra biología y en nuestra salud.
En realidad, el concepto de Inteligencias Múltiples se lleva observando desde
hace mucho tiempo aunque no se había acuñado. Por ejemplo, Pestalozzi apuesta
por un currículo de integración intelectual basado también
en las experiencias.
Freobel propone el aprendizaje a través de
experiencias con objetos para manipular, juegos, canciones, trabajos.
Celso Antúnez y sus experiencias aúlicas.
Dewey ve el aula como un microcosmos de
la sociedad donde el aprendizaje se da a través de las relaciones y
experiencias de sus integrantes.
María Montessori propone
diferentes materiales para que el alumno se adapte según su ritmo.
En 2010 Angélica Olvera en la llamada Inteligencia Trasgeneracional la enmarca dentro de una concepción de las relaciones del ser humano. Se ha descubierto que «la información y las emociones del pasado remoto se transmiten como parte del patrimonio familiar, comunitario, social o cultural» como dicen Bert Hellinger y Angélica Olvera en su libro. Educar en la Inteligencia transgeneracional significa incrementar la competencia y el talento para resolver los problemas inherentes a la propia historia o las dinámicas histórico-genealógicas que se han ido heredando con el paso de los años https://www.alaya.es/2011/12/19/inteligencias-multiples/
¿Cuáles son entonces las
inteligencias múltiples que pueden desarrollar los niños, jóvenes y adultos?
Y alguna de ellas fueron denominadas de
acuerdo al área que desarrollan: inteligencia lógico-matemática,
Inteligencia lingüística-verbal,
Inteligencia espacial, Inteligencia musical, Inteligencia intrapersonal, inteligencia interpersonal, Inteligencia kinestésica-corporal,
Inteligencia naturalista y
otras.
Ahora bien; ¿están formados los
formadores de docentes para abordar estas competencias de diferentes inteligencias para descubrir en los
estudiantes a lo largo de los niveles escolares, Inicial, Primario y
Secundario?
La inteligencia intrapersonal le permite al ser humano
la capacidad de entender sus propias emociones. Tienen facilidad para
entenderse a sí mismos, poseen gran autocontrol y alta capacidad para la
meditación y por lo tanto para entender al otro. Conjuntamente con la
inteligencia interpersonal se promueve la empatía y la profundización en las
emociones permitiendo ponerse en el lugar del otro.
¿No
será que hay que “hacer un giro
didáctico pedagógico y conceptual” en las propuestas o diseños de las
carreras de Formación docente y carreras
de nivel superior y universitarias todas y comenzar a enfocar la Inteligencia emocional como ”madre” de todas las demás, y a partir de
ella, dirigir la mirada hacia las otras mencionadas anteriormente?
Mucho se habla de inteligencias múltiples
y poco se aplica.
Hay
esfuerzos aislados de unos cuantos estudiosos y adeptos que generan seminarios,
congresos, diplomaturas y esporádicos grupos de docentes interesados
que lo aplican en las aulas.
Ya es hora de pensar que no estamos
predestinados a no ser nada.
A
través de la Inteligencia emocional ¿no descubriremos médicos, chapistas,
torneros, arquitectos, carpinteros o cualquier área y desde el Estado
verdaderamente potenciar el presupuesto de todos para todos?
Hay
que pensar diferente para ser diferente y formar cerebros diferentes.
Los viejos PARADIGMAS sucumbieron ante la
irrupción del SIGLO XXI y las
competencias mundiales demandan tanto de la programación digital, de la telemedicina como de la carpintería, la
mecánica, la albañilería o de tantas otras.
Edgar Morin (filósofo, pensador, genio
total) nos hablaba hace unos años
de “Los siete saberes necesarios en
educación” Ya se han agregado varios saberes a esa teoría pero,
¿Y la FORMACIÓN DOCENTE?¿ y la deserción
escolar?¿ y la falta de herramientas tecnológicas de los estudiantes ? ¿Y la
falta de Internet en las escuelas?
¿Es
responsabilidad de la pandemia por Covid-19 que comenzó en 2020?
¿Es responsabilidad de la guerra entre Ucrania
y Rusia?
¿Es
responsabilidad de la suba del petróleo?
¿Es responsabilidad de la escasez o falta o
sobreexplotación de los recursos naturales?
¿Es responsabilidad del FMI? ¿De la OMS? ¿De la
OPS?
¿Está
en la agenda real del Estado el pensar, el escribir y organizar un Plan
Educativo (Ley Nacional y Provinciales ) y capacitar donde
la Inteligencia Emocional y las inteligencias diversas ordenen y
organicen EL DISEÑO CURRICULAR la Formación docente en las escuelas , institutos o universidades ?
¿Y
dónde la programación digital se constituya en eje transversal como sucede en
países cercanos?
Preguntas
que tienen respuestas sólo en toma de decisiones políticas con presupuestos
educativos mayores y con profesionales capacitados para llevar a
cabo un proyecto de país con PARADIGMAS
DE SIGLO XXI acorde a las necesidades
del mundo global . Sólo hay que TRABAJAR
en función de las NECESIDADES Y DEMANDAS locales, provinciales, nacionales y
mundiales.
*Investigadora
del Área de Ciencias Sociales y Ciencias
Naturales.
Otros