Autor: Ing. Eduardo Andrés Pérez - Compromiso Uruguayense
Aunque el inicio de muchos artículos leídos sobre el
tema, referencian la evolución histórica de la industria de la energía
eléctrica en Argentina, la cita recurrente en la agenda política y económica
del país desde finales del siglo XIX, es la brecha entre el debate y la acción
concreta.
Desde un
primer punto de vista, sería contradictorio citar una referencia histórica si
observamos el título de mucho debate y poca acción, pero como agrupación
emergente, creemos luego de los aportes de muchas opiniones, que tenemos las
herramientas suficientes para que Argentina, abandone el plan de corto plazo
aplicado a la demanda de energía eléctrica y utilizar en forma eficiente, la
abundante disponibilidad de recursos naturales y del potencial que nuestra
Patria tiene, para convertirse en un referente en generación eléctrica
sostenible, para ello, debemos proponernos que en el horizonte temporal, el
largo plazo conduce a la planificación eficiente y el corto plazo, solo conduce
a soluciones temporarias inefectivas. Por lo tanto, un repaso histórico es
necesario.
A lo largo de
décadas, se han presentado innumerables planes; propuestas y debates sobre la
necesidad de expandir; modernizar y diversificar la matriz energética. Sin
embargo, la realidad ha demostrado que las acciones concretas, muchas veces no
han estado a la altura de los discursos. Desde la nacionalización de la energía
eléctrica en la década de 1940 y luego de 4 presidencias, en 1946 con el electo
democráticamente General Juan Domingo Perón, tomo pleno auge el desarrollo de
la industria energética, con una fuerte política de industrialización y
justicia social, demostrado por los aspectos más destacados como:
1. Nacionalización y Creación de Agua y Energía Eléctrica, en 1947 Perón inició un proceso de nacionalización de los servicios eléctricos, hasta ese momento en manos de empresas extranjeras, creando la empresa Agua y Energía Eléctrica (AyEE) para gestionar el sistema hidroeléctrico y eléctrico del país. Además, fortaleció la estatal Compañía ItaloArgentina de Electricidad (CIADE) y SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires).
2. Plan
Quinquenal y Expansión de Infraestructura (1947-1951), impulsó la
construcción de usinas eléctricas y redes de distribución, además del
desarrollo de centrales térmicas y la promoción de proyectos hidroeléctricos,
para aumentar la generación de energía.
3. Obras
Energéticas y Centrales Importantes, con la construcción de la Central
Hidroeléctrica El Chocón-Cerros Colorados (aunque terminó en la década del
'70), se amplió la generación de energía en Buenos Aires y Córdoba,
paralelamente, se comenzó a planificar
el aprovechamiento del Río Uruguay con represas como Salto Grande.
4. Crisis y
Déficit Energético, a pesar de los avances, hacia el final del segundo
gobierno de Perón (1952-1955), el crecimiento de la demanda energética superó
la capacidad de generación para el abastecimiento pleno de Buenos Aires y otras
ciudades, sumado a problemas políticos-económicos que incidieron en la falta de
inversión extranjera, limitando el desarrollo de nuevas infraestructuras.
En los años ´90, se realizó la modernización del
sector energético, pasando por la privatización de empresas de distribución y
la monopolización de sectores como transmisión, donde la empresa CAMMESA conformada para la
administración de precios de compra-venta de energía; la gestión eficiente del
flujo de energía, etc, no ha estado a la altura de las circunstancias de
ofrecer una innovación constante y que es requerida para un mercado tan
dinámico como el sistema eléctrico argentino, siendo ineficiente en las crisis
energéticas recurrentes del siglo XXI.
A la fecha, el
sector ha atravesado momentos de expansión y retroceso. Si bien se han
registrado avances en generación y distribución, como la incorporación de energías
renovables en los últimos años, persisten desafíos estructurales que limitan el
desarrollo del sector. Los anuncios sobre grandes obras de infraestructura han
sido frecuentes, pero su ejecución en muchos casos lenta o incompleta,
mostrándonos ejemplos como el estancamiento de proyectos hidroeléctricos
estratégicos o la demora en la expansión de redes de transmisión, son los
reflejos de una contradicción entre la planificación y la acción efectiva. En
nuestra provincia, aún se relega el hecho de que la energía eléctrica es el
motor de la reactivación productiva, que tanto ansiamos los entrerrianos, pero
la realidad, nos sacude encontrando productores que aún no tienen acceso a la
energía eléctrica para la realización de actividades agropecuarias intensivas,
acceso limitado exclusivamente por el actual esquema de distribución
energética, con el traslado a la demanda de elevados costos qué tornan inviable
la producción en determinados sectores, los cuales se ven severamente
perjudicados. Aunque se cuentan con planes de inversiones financiados por
Secretaría de Energía, estos resultan no ser suficientes para cubrir la
demanda, dejando a nuestros productores, totalmente aislados.
Nuestra óptica
es clara, nos encontramos en un punto de quiebre, quizás, en las puertas de una
nueva transformación de la matriz energética, para asistir al sector que sigue
enfrentando dificultades por falta de inversión sostenida; políticas de Estado
claras y una visión de largo plazo. Actualmente, la planificación aparente se basa
solo en una forma, la de hacer el seguimiento de la variación de los costos
marginales cuando aumenta el consumo, algo totalmente distorsivo que afecta a
la oferta y proporciona soluciones aparentes en el corto plazo. ¿El resultado?
Ineficiencia de mercado.
Pregonamos un
concepto de ser disruptivos por innovación y no por creación, que consiste en
un ordenamiento integral de lo que disponemos y no pretender crear fórmulas
mágicas. Apoyamos la integración de energías renovables bajo la forma de
microgeneración distribuida, proponer proyectos; analizar escenarios y sobre
todo trabajar en forma mancomunada, por el bien de nuestra provincia y ser una
vez más, la provincia que lleve al ordenamiento nacional.
La ambición
equilibrada y orientada al bienestar general no es negativa, queremos ser
ambiciosos en aportar nuestras herramientas para el desarrollo productivo y por
ende el bienestar de la sociedad, de algo estamos seguros, la historia del
sector eléctrico en Argentina es, en gran medida, la historia de promesas
ambiciosas que han chocado con la realidad de una ejecución parcial o
deficiente.