Por Hugo Enrique Pérez
Hay quienes consideran que cuando una cuenca hidrográfica es dotada de infraestructura y de servicios de transporte cumpliendo con una serie de requisitos que hacen a la seguridad y a la navegación, debe ser considerada una “Hidrovía”.
Sin embargo, creemos que este
es un tema que debe ser abordado con una mirada heterodoxa y desarrollista para
definir así definir a una “Hidrovía”. Asimismo, debemos considerar
que nuestro país comparte la administración por vía diplomática de cinco vías
navegables estratégicas: los ríos Paraná, Paraguay, De la Plata, Uruguay y Alto
Paraná.
Por ello, la problemática fluvial de los argentinos debería ser analizada y abordada en “Clave Regional” dado que las cinco vías navegables señaladas en el párrafo anterior son compartidas no solo geográficamente, sino que, además, a través de tratados internacionales que definen los alcances de su administración.
En el caso de la vía navegable
Paraguay – Paraná mediante un tratado internacional que involucra a cinco
países –Argentina, Paraguay, Bolivia, Brasil y Uruguay–, el Alto Paraná, por su
parte, entre nuestro país y los paraguayos y los ríos de la integración
binacional argentino-uruguaya, los ríos Uruguay y De La Plata.
Por ello, es que afirmamos que
la problemática fluvial de Argentina debería ser estudiada en “Clave Regional” y desde
la perspectiva en que la CEPAL concibe a la “Integración Regional”: como un “proceso
multidimensional, cuyas expresiones incluyen iniciativas de coordinación,
cooperación, convergencia e integración profunda, y cuyo alcance abarca no solo
las temáticas económicas y comerciales, sino también las políticas, sociales,
culturales y ambientales”.
Si aplicáramos el alcance de
este concepto al desarrollo de las vías navegables en las que está involucrada
la República Argentina debemos afirmar que para que dichos ríos puedan ser
considerados, desde una mirada desarrollista - productivista, como
“Hidrovías”; la operatoria naviera-fluvial tendría que experimentar un salto
cualitativo. Es decir, superar el concepto de desarrollo económico y
adentrarse, además, en el plano social, educativo, de infraestructura,
ambiental, turístico y laboral fluvial, entre otros.
Una Hidrovía no
solo debería ser un río en óptimas condiciones de ser navegado comercialmente
con una adecuada profundidad, balizamiento y ayudas a la navegación en
funcionamiento pleno, sino que, además, debería ser capaz de permitir la
ejecución de proyectos regionales en el campo educativo, de la salud y un mejor
aprovechamiento de las potencialidades productivas regionales.
El desafío consistiría en
superar el concepto unidimensional que une al río con la actividad
estrictamente comercial; esto implica superar el viejo
concepto de río/comercio, típico de una concepción unidimensional y dar un
salto cualitativo para que las vías navegables puedan ser consideradas como
“Hidrovías”.
Esto conlleva la necesidad
de recurrir a una concepción multidimensional que tenga en cuenta a la
producción, el transporte, el medio ambiente, la cultura, lo sociolaboral
fluvial y en cuestiones tan importantes como debe ser la socialización de la
riqueza.
Siguiendo estos lineamientos,
se hace necesario destacar que para que un río se convierta en una
“Hidrovía”, debería tener que contener dentro de sí, tres aspectos
fundamentales: Político - Sociales, Económicos y Ambientales.
·
El aspecto Político - Social
implica tener Nuevas fuentes de ingresos y empleos; Aumento del PBI y su
impacto social; Mayor desarrollo educativo y en Sistemas de salud,
Fortalecimiento de la Integración Transfronteriza.
·
En lo que se refiere al aspecto Económico,
debería tener que alcanzar el concepto de Mejoramiento de la competitividad a
través de un Plan de Transporte Multimodal; Generación de economías de escala;
Reducción de costos logísticos y fletes; mejor inserción internacional y acceso
a nuevos mercados y polos de desarrollo.
·
En tanto que en cuestiones Ambientales:
Menor contaminación; Transporte más seguro; Bajo índice de accidentes; Bajo
consumo de energía y combustibles; Menor polución y ruido generado; Menor
congestión del transporte
Así las cosas, el desafío
consiste en que se pueda dar un salto cualitativo para que el río / vía
navegable sea considerado “Hidrovía”. Es aquí adonde entra en juego, en
acción, la denominada “Clave Política”.
Para ello, la República
Argentina debería instalar a través de su administración gubernamental una
serie de Políticas Públicas, con un sesgo heterodoxo, desarrollista, profundamente
cristiano que valoricen al ser humano, que tengan al cuidado del ambiente
fluvial y costero como una prioridad; así, finalmente, lograremos que las vías
navegables –los ríos– devengan en “Hidrovías”.
El gran
objetivo nacional debería ser que las Hidrovías de la República Argentina estén
al servicio del Desarrollo Productivo nacional.
El presente escrito forma parte del libro «El Río
Uruguay…la llave que nos abre las puertas al Desarrollo» forma parte de la
Colección Estrategia del Instituto de Publicaciones Navales que funciona en la
esfera del Centro Naval.