Por la
Lic. Alejandra Beatriz Frank.
Hoy más que nunca toma
fuerza el sentido de la articulación ante la necesidad de pensar y actuar
colaborativamente a fin de poder garantizar la educación como derecho social y
bien público y facilitar las trayectorias de las y los estudiantes dentro del
sistema educativo.
La educación en la actualidad se ve interpelada por una
transición hacia un nuevo formato en el que se alternan instancias presenciales
y no presenciales, donde la diversidad es la complejidad.
Hoy, más que nunca, como dice Ruth Harf (2018), en su libro “Educar con coraje”
debemos pensar nuevas ropas para la vieja ceremonia; habilidades para pensar
nuevos modos de enseñar en diferentes contextos.
Para garantizar y acompañar este proceso es necesario que el sistema se piense como una estructura en la cual cada nivel educativo y cada modalidad, como parte de ella, interactúe entre sí desde sus notas esenciales, teniendo clara la propia identidad y reconociendo la especificidad de los otros niveles, de manera de superar la idea de discontinuidad y proponiendo como alternativa la idea de unidad pedagógica.